En parte barbería. Con mesa de billar al fondo. En medio, un imponente mostrador, preparado para servirte la mejor cerveza local y cervezas artesanales. Pero no solo eso. Aprovecho para pedir un chupito del licor Medronho. ¡Salud, amigos!

Me dan la bienvenida a O Purista y conozco al propietario, Nuno Mendes. Por cierto, si ves una Honda Varadero azul aparcada en la puerta, quiere decir que el jefe está dentro.

Nació como concepto emergente y ahora es un lugar asentado y definitivo, en el corazón de la ciudad. Este bar es el lugar de reunión para ciertos motociclistas, y un punto de encuentro para la gente del Lisbon Motorcycle Film Fest. Está situado entre Bairro Alto y Baixa. Para tener una visión general, por un lado está el barrio de Bairro Alto, un distrito pintoresco del siglo XV. Historicamente, este barrio bohemio era la residencia de los escritores y artistas de la ciudad. Hoy es un barrio conocido por estar repleto de bares y restaurantes y con mucha vida nocturna. Por el otro lado está el barrio de Baixa, que forma parte del centro histórico lisboeta con sus monumentos, plazas emblemáticas y grandes avenidas. Sus construcciones son predominantemente neoclásicas y de estilo pombalino (en referencia al marqués de Pombal, quien contribuyó a la reconstrucción de la ciudad). Es también la zona más comercial, con sus tiendas tradicionales, o las de más nueva creación, y donde el famoso Tranvía 38 tiene parada.

En O Purista conozco a Marta y Jimi, dos miembros del equipo de Dust Girls. Se trata de un grupo de cinco amigos que no se asustan fácilmente. Es evidente por sus aventuras en Marruecos y Cuba bajo condiciones épicas. Solo puedo invitarte a que visiones algunos de sus vídeos e historias de viajes en la cuenta de Vimeo de Manuel, o la cuenta de Instagram Dust Girls (@dustgirlspt). Si crees que su viaje fue una locura... síguelos y espera más locuras en los próximos meses.

Ya he comentado que Manuel fue una ayuda fundamental en esta aventura por Lisboa. Durante nuestras conversaciones antes del viaje, le dije que no tenía ninguna ambición por realizar una guía con direcciones de talleres de motos de Lisboa, sino que yo buscaba espíritu, ambiente, un universo en el que sentirme bien e identificarme como amante de las dos ruedas. Manuel me llevó a Casa Tigre... Os puedo decir que es una mezcla de tienda de ropa y estudio de tatuajes. Pero eso no le haría justicia al lugar.

De nuevo, su historia y su filosofía de vida me cautivaron. Luis Raimundo, amable y generoso donde los haya, nos recibió con los brazos abiertos y compartió con nosotros su historia personal y la de Casa Tigre. Inaugurada recientemente y llevada por tres amigos, Paulo –el legendario hombre tigre–, Alfonso y Rai, Casa Tigre es un lugar, una alternativa –o no tanto– donde dejarse caer, para aquellos que quieren escapar, aunque solo sean unos minutos, del control y la asfixia de la sociedad. Un lugar para punks, skaters, bikers, y todos aquellos que no necesariamente encajan en otros ambientes. Está indicado para quien quiera respirar aire fresco y único, un lugar por el que pasar a saludar, tomarse una cerveza y escuchar música. Todo ello presentado con estilo, clase y sentido del humor; por encima de todo se trata de no ser serio.

Si vamos a lo práctico, sí, puedes comprar ropa. En Casa Tigre tienen una bonita colección con marca propia, pero también otras prendas exclusivas, como chaquetas negras pintadas a mano; y hay un estudio de tatuajes si lo que quieres es un recuerdo más perenne. Esta tienda la verdad es que encaja bastante bien en el vecindario, que se llama Los Anjos. Parece que sea un barrio algo olvidado, con un glorioso pasado y edificios y fachadas modernistas y de art déco, magníficas. Tiene un aire de “East Village” de los años 80 del siglo pasado. ¿Un nuevo barrio urbano en marcha? ¿Barrio de artistas? Quién sabe. Veremos. Pero me gusta mucho. Y espero que no cambie, como dicen en inglés “Stay Gold”; esto es, no pierdas la identidad, mantente puro y lo excéntrico que quieras ser.

Para encontrar tesoros, te tienes que desviar de la ruta. Salir a la aventura. No sigas un plan, sigue tu instinto. Bueno, esto no va a ser tan heroico como buscar un tesoro escondido con piratas de por medio, pero lo cierto es que esto es nuevo para mí. Mientras, tuve que devolver la R nineT... Y gracias a Yamaha Portugal, que me dejó una bonita XSR700 XTribute. Me encanta la pinta que hace, obviamente me recuerda a mi XT500. Es fácil de manejar y sus neumáticos, que me recuerdan a los de las motos de dirt-track, le confieren un aura muy aventurera.

Me voy a Alcácer do Sal, a un hora al sur de Lisboa, donde vive y trabaja mi amigo Mircae. Le conocí hace al menos dos años por mi trabajo en Bruselas, en una feria de diseño. Este artesano, creador y diseñador regenta un taller gigantesco con un vasto espacio al aire libre en el que da rienda suelta a su imaginación y donde su exploración creativa se estimula. Quería ir y verlo con mis propios ojos. Me encuentro con Mircae y su equipo, que acaban de finalizar un gran proyecto –que llaman 'La Puerta'– para el restaurante Mirazur del sur de Francia, un restaurante de 3 estrellas Michelin, que fue escogido el mejor del mundo en 2019.

Ahora también trabaja en el proyecto de un hotel en Lisboa, el JAM Hotel, diseñado por el estudio de arquitectura Atelier Lionel Jadot. Pero quizás lo más espectacular sean sus muebles y mesas. Aunque es este universo con su lugar de creación lo que nos hace soñar y nos catapulta a otro mundo. A su mundo.

Damos un paseo en barca y me dice que podemos visitar a un amigo, Bernardo, quien parece tener una colección destacable de viejas motocicletas, que mantiene con su padre, Manuel. No muy lejos del negocio de Mircae ya nos desviamos por tierra. Se abre la puerta y cubrimos un corto recorrido hasta un hangar, donde esconde su colección de motocicletas. Se abre la puerta del hangar. Se abren las luces, una detrás de otra, y... ¡pero qué es esto! Mis sobresaltos van al ritmo de las luces abriéndose.

No hay ahí una marca de motos en particular o un tipo de moto en particular, sino una colección de motocicletas, cada una más mítica que la última que disfruto con la vista. Desgraciadamente, no soy un experto como para reconocer todos los modelos y juzgar su rareza. Pero no es esa la cuestión. La exposición te invita a tocar, examinar y descubrirlo todo al detalle. Es divertidísimo entrar en un sitio así. No sabes dónde mirar primero, te pierdes. ¡Vaya!, me doy de bruces con la moto diseñada por Philippe Starck –la Aprilia Moto 6.5–; ¡y aquí hay una CB750 Four!, una preciosa tetracilíndrica como la que tuve yo antes de mi Ducati 750 Sport. Una bonita Yamaha dos tiempos, una Hercules con motor Wankel... Hay soberbias motos de motocross, incluyendo Harleys, Garellis y Gileras. Me encanta.

Y creo que las que más me impresionaron fueron las pequeñas y las de 50cc. Benelli, Ducati, Hercules, Flandria. También una Honda Dream 50. Son magníficas, espectaculares. Tiene una interesante colección de Vespas y Lambrettas, que me dijeron que eran la base de la colección.

Casi acabo la visita, deteniéndome dos minutos delante de una Suzuki RG400. Me da que el resto de lo que tiene expuesto van a ser motos de competición de los años 80 y 90 del siglo pasado. Bueno, si quieres saber más, la familia regenta un soberbio Bed & Breakfast, Casas da Horta. Es el sitio ideal para escaparse y encontrar tesoros por tu cuenta.

El hombre detrás de Ciudades Moto. Se trata de una publicación en papel independiente que descubrimos una tarde de sábado durante un paseo por Amberes.

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