De Hamburgo a Brooklyn
Conoce a Jonathan Wieme, el alma de “Motorcycle Cities”, que ahora ha escogido el barrio neoyorquino de Brooklyn para seguir experimentando la más pura cultura de la motocicleta.Voy a empezar este nuevo reportaje en un café local, Le Phare, en el municipio de Molenbeek (pronunciado ['mo.lən.be:k]), en Bruselas, bebiéndome un Fritz-Pritz. Es una bebida orgánica con burbujas que acabo de descubrir. Leo la etiqueta y me entero de que se fabrica en Hamburgo. Bueno, así está impreso en la botella. Hamburgo. Donde acabé la última vez, con aquel paseo final en moto por la ribera del río Elba. Después de eso me fui al norte, en dirección Copenhague, pensando ya en el siguiente número de “Motorcycle Cities”.
Ahora hay que cambiar, y este nuevo capítulo será sobre Brooklyn. Copenhague, Bruselas, Londres, y otras ciudades más exóticas vendrán más tarde. Parece que no he acabado con esos lugares aún, no basta con compartir mi pasión por ellos y su perfume a revolución industrial, fábricas y aceite quemado (no podrás oler aceite quemado en Brooklyn); seguro que te haces una idea.
Me intrigaban los garajes de personalizaciones y en general la escena de la moto en este gran barrio de Nueva york. Y empecé a investigar. ¡Y, pum! En seguida encontré 1, 2, 3, 10, 20, 30 garajes, direcciones, tiendas y otros lugares de este mundillo, todos en Brooklyn. Esta ciudad, bueno, este distrito, es inmenso. Y las oportunidades también. Lo contrario a las cuatro o cinco direcciones que normalmente consigues en poblaciones mayores u otras ciudades. En Brooklyn, tenía mucho donde escoger.
Dicho esto, aunque me siento como en casa en el ámbito europeo, empecé este viaje sabiendo muy poco de lo que se cuece en los Estados Unidos, en Nueva York, y especialmente en Brooklyn. Las personalizaciones, la cultura, la gente. Mi aventura puede haber sido decepcionante en algún momento, pero en general los descubrimientos que hice fueron espléndidos. Es hora de conocerlos. ¡Disfruta del viaje!
Williamsburg y Greenpoint están en el norte de Brooklyn. Históricamente barrios obreros, ahora están repletos de galerías, estudios de artistas y artesanos de todo tipo. La cultura hipster y cualquier movimiento de moda son bienvenidos igual.
Y hay también una importante concentración de garajes y establecimientos relativos a la moto como Jane Motorcycles, Café Moto, Brooklyn Moto y, hacia el norte en Greenpoint, justo cruzar el límite con Williamsburg, los legendarios Indian Larry, Works Engineering, MotorGrrl y Genuine Motorworks’. Vamos a verlos de cerca.
Café Moto no es un bar de moda con motos colgando de las paredes, o con un rincón para vender la quintaesencia de los productos moteros imprescindibles. Es un pequeño, acogedor y elegante restaurante que de noche se convierte en sala de fiestas, con conciertos muy selectos. Con vibraciones tenues e íntimas que casi amortiguan el ruido de los trenes. Más sorprendente e igualmente intrigante es la historia de Bill Phelps, su fundador. Bill es un fotógrafo profesional.
“He construido y conducido motocicletas durante 33 años, y casi el mismo tiempo que hago fotografías. He viajado por placer y por trabajo, como puedes comprobar.
Viajes, motos, arte, diseño, gastronomía y gente han sido mis objetivos más sensibles en mi vida adulta. Ahora soy padre y tengo un nuevo mundo ante mí, con mi hija Hazel, de cuatro años, el verdadero amor de mi vida. Viví en España al principio de los años 90, al principio de mi carrera; fue un tiempo maravilloso que contribuyó a fortalecer mis gustos por todo lo que signifique experiencia y aspiraciones. Aquello era preinternet, premóbiles, preordenadores... Nos reuníamos en azoteas para comunicarnos, compartir ideas, trabajo, sueños, motos, recetas, ligar...”
“La idea de Moto vino años después. La inspiración tiene décadas y es universalmente atemporal en muchos aspectos. Encontré mucho consuelo, así como motivación en mi ‘vida de café’ y quería que continuara. Moto lleva abierto 13 años ya. Muchos se preguntaban si estaba haciendo un ‘punto motero’, pero si se hubieran parado a pensar un segundo de dónde venía yo, la respuesta habría salido sola. No hay motos, no hay recambios, nada que lleve a la palabra ‘motero’. Sin embargo, está construido con la misma atención a los detalles y a los materiales que pondrías en la fabricación de una motocicleta. Hemos hecho cada centímetro nosotros mismos. Reimaginamos la máquina de café, fabricamos los tiradores de la cerveza de barril nosotros mismos, y cada ventana está hecha a mano. Nunca he pretendido meterme en el negocio de la restauración, pero estoy muy orgulloso de lo hecho. Y ya no tengo nada que hacer aquí, porque viajo y ya no vivo en Nueva York, pero vengo a menudo”.
Mi primera parada es en la nave de Valerie, MotorGrrl. No tenía cita previa, y siendo un completo novato en Brooklyn, tampoco sé qué esperar, ni cómo me van a recibir. Claro que llevo un ejemplar del primer número de “Motorcycle Cities”, y en general esto suele ayudar muchísimo. En Brooklyn o Nueva York abundan los proyectos de motocicletas, los periodistas y los directores de cine.
El concepto de MotorGrrl es simple pero inusual. Aquí puedes alquilar un espacio, con o sin servicio de asistencia mecánica, para que puedas hacer el mantenimiento de tu motocicleta o un proyecto de restauración. Por días, semanas o meses. Todo el mundo es bienvenido. No les importa ni la marca ni el estilo de tu moto, ni tu edad, ni de dónde vienes, ni si sabes llevarla. Lo principal es el trato humano. En Nueva York falta espacio; no suele haber aparcamientos ni trasteros disponibles para coches o motos. Pero aquí puedes dedicar el tiempo que quieras a trabajar en tu moto, o arreglarla.
También puedes tener la oportunidad de aprender algunas cosillas de mecánicos expertos. Allí conocí a Chris, que alquiló un espacio dos meses y se puso un par de horas con la ayuda de un mecánico a arreglar su Ducati Monster.
Él calculó que con eso se ahorró la mitad de lo que le hubiera costado un taller, con el añadido de que aprendes algo. Tal como lo explicaba Chris, MotorGrrl ofrece un punto de partida, un lugar en el que te echan una mano y puedes aprender cosas básicas de la mecánica, pero también socializar. Cada pocos meses se renuevan las caras. Otra particularidad es que hay muchas mujeres, de todas las edades. Una señora de 65 años está terminando su BSA ahí.
Valerie arrancó este proyecto hace 11 años, principalmente por necesidad, porque los costes de mantenimiento estaban subiendo y la calidad del servicio estaba bajando, cuando se trataba de cuidar su Yamaha Virago XV500 de 1983. Ella es quien lleva el negocio, ahora con 60 motos, 10 de las cuales asistidas por mecánicos. El taller de Valerie está a cuatro pasos del legendario Indian Larry, el conocido fabricante de choppers, que murió desgraciadamente en un accidente de carretera en 2004, con 55 años. El alma del maestro sigue viva, a través de su familia y de la comunidad. Tuve la oportunidad de ver su última creación, la ‘Chain of Mystery’, con su particular chasis de cadenas, en la tercera edición de la Bikers Build-Off.
Caminando por el establecimiento y escuchando con qué respeto se habla de él, te das cuenta de lo unida que está esta corporación motorista de Brooklyn. Las conversaciones y las referencias se entrecruzan con cada personaje que conozco, como una web creciendo en mi cabeza, especialmente en esta ciudad, en la que las motos cuentan con una presencia tan especial. Acabamos la conversación, hablando de la artesanía de la piel, mi campo predilecto. Es cuando Valerie habla del trabajo de Paul Cox y su Custom Panhead bautizada como ‘The Berserker’, cubierta totalmente en piel, con diseños de inspiración vikinga.
Mientras me acerco a Works Engineering, encuentro lo que vine a buscar, lo que esperaba descubrir sí o sí en Brooklyn. Logos vintage pintados a mano en una fachada decrépita, un lugar de mil y un tesoros, motos vintage y sus historias. Conocí al propietario, Rik, originario de Bonn, así como a un joven muy talentoso llamado Oscar, y a Larry de NYC Motorcycles pasando con su Ford Mustang, que decía que estaba a punto de abrir un espacio de Lifestyle en Works Engineering, y cuyas historias podrían llenar lo mismo cinco números de “Motorcycle Cities”.
Aquí huele a metal y aceite, pensé. Del de verdad. Así que entré. Es un área de 10.000 m2, con muchos espacios adyacentes, talleres y trasteros. Entra y sale gente constantemente. Hay incluso una pequeña escuela de circo dentro, un tatuador, unos billares, e incluso un tipo belga, Benoit, entretenido con una Monkey 140cc.
Rik se estableció en Brooklyn en 1999 y abrió Works Engineering con su socio Ray, quien ya murió hace un año. Me dice que su contrato de alquiler está a punto de caducar, y no sabe ni cómo ni si va a seguir con el proyecto. Pero no le quita el sueño, porque tiene más ideas en marcha. Como montar un espacio Lifestyle, dirigido por Larry Morris de New York City Motorcycles, con el apoyo de Deus.
Rik ama las motos, las motos de campo y la competición de clásicas. Suele conducir por todo el país, y está preparando su próxima carrera en Alabama, cuya importancia es comparable a la Spa Classic Bikes belga. Los participantes se pueden inscribir en hasta 40 categorías diferentes, de manera que pueden pilotar varias veces y exhibir su motocicleta en varias competiciones.
Me muevo entre motos, para verlas mejor. Subo las escaleras y doy con una habitación en la que Oscar guarda sus máquinas. Oscar es un joven genio con las manos de mejor material que el oro. Estudia ingeniería aeroespacial, pero pasa la mayor parte del tiempo en las instalaciones soldando, restaurando antiguos tornos de metal y otras herramientas antiguas, o fresando. Ahora trabaja en dos motos diferentes, de las que seguro pronto oiremos hablar.
Después de acabar mi ronda ahí, me voy otra vez con Larry Morris. Es un tipo muy conocido en el mundillo norteamericano de la moto; conoce a todo el mundo y todos le conocen. Pasa el tiempo entre Nueva York y Los Angeles, compitiendo en carreras clásicas, y asistiendo a ferias con toda su colección. Para que te hagas una idea, su colección la forman estas motos: una Laverda 750 SFC de 1972, una Laverda Formula 500, una Benelli 250SS, una Harley XR750 de 1970, una Honda Dream 50, una Kawasaki H1, una Norton Commando, una Matchless G80CS Scrambler, y otras.
Me habla de su proyecto de taller, donde pueda exponer algunas de sus motos, pero también vender ropa y accesorios de moda. Tiene el apoyo de la marca Deus, porque son los únicos capaces de patrocinar lo 'cool'. Cuando volví a casa, unas semanas después, le llamé para saber cómo había ido la inauguración. Un éxito. La actriz Lucy Liu es una clienta habitual y los ejemplares de “Motorcycle Cities” se venden bien. Esto es Nueva York, ya se sabe.
Pongo los pies en el suelo y voy a Williamsburg con ganas de hacer otra buena excursión. Estoy viviendo una montaña rusa de emociones, todo estética, pasión y motos. Es el Disneyworld de los adultos, como una película. Pero tampoco me malentendáis, no es todo gloria y progreso, está lejos de eso. El espacio es un lujo. Ser capaz de vivir de lo que te apasiona es incluso mayor privilegio. Las puertas se abren, pero con cuidado, porque el tiempo es dinero, y para avanzar hay que sacarle partido a cada minuto de tu tiempo.
Entro en Brooklyn Moto, para conocer a Marc, un especialista en Ducati y Triumph, y luego hago otra corta parada en Venier Customs Garage, donde trabajan sobre todo con Guzzi y Ducati. Marc me dice que a menudo colabora con Jane Motorcycles preparando o restaurando Ducatis para sus clientes. La conexión está hecha, porque es mi próximo destino. Jane Motorcycles es como un espacio de moda; para unos tópico, para otros fresco. Sobre todo para los “nuevos ricos” que vienen del distrito financiero.
El taller funciona y atrae esta clientela de pasta, y tiene todas las marcas y gamas que interesan a la venta. Es una combinación única de ropa especializada, motos custom, cafetería y librería. También tiene marcas que no tienen que ver con el mundo de la moto, porque este negocio crea un vínculo muy claro entre estilo de vida, moda, cultura de la moto, tendencias, y todo ello presentado de forma muy auténtica. A las empresas les interesan sitios así. Hasta hay personalidades relevantes que alquilan el espacio para cenas o fiestas privadas. Incluso celebridades y estrellas de cine se dejan caer a tomar un café.
Por encima de todo, Jane Motorcycles es el proyecto de Adam y Alex. Ellos crearon eso hace 3 años, cuando ambos se encontraban ante una encrucijada en sus vidas y buscaban nuevos retos profesionales, algo que pudieran tocar y sentir, y también para poder entrar en contacto con sus clientes.
Mis amigos saben cuánto de eso hay en mí. Uno de ellos trabajaba en la industria del comercio por internet en Los Angeles; el otro ya estaba metido en el negocio de la moto en Nueva York. Ambos eran entusiastas de las motos y del café, de ahí la idea de una cafetería, una elección lógica para compartir pasión y crear comunidad. Una comunidad que ahora llega hasta sus proveedores y todos los que trabajan alrededor, así como su proveedor de café, Parlor Coffee, que también es de Brooklyn, o los fabricantes que exponen sus creaciones en la tienda.
¡Una localización espaciosa, impresionante y decorada con gusto! Aquí, a los pies del puente de Williamsburg, este puente en suspensión de un siglo y dos kilómetros de largo, que conecta el Lower East Side con Williamsburg. Para sus propietarios, la elección de este lugar tiene todo el sentido. Porque es un barrio más modernete que Manhattan, que recibiría mejor su propuesta, y no tan abarrotado. Aquí, Adam y Alex ponen cafés con una sonrisa a partir de las 7 de la mañana, 7 días a la semana.
Bienvenidos a Second Stroke Mopeds. El ruido de los metros sigue siendo ensordecedor, y hay algunos tipos sospechosos deambulando por la calle, pero creo que me estoy acostumbrando y me siento parte de aquello. Supongo que ayuda que llevo una gorra no original de los Yankees. No encuentro mi destino de entrada, porque no hay indicaciones prácticas por la calle. De lejos veo a un grupo de personas filmando a un tipo que intenta caballitos con un escúter. Lo tengo. Ahí voy.
Como su nombre indica, tienen motos de dos tiempos y todo tipo de ciclomotores. Es un lugar tan loco como la gente que lo visita. Tan pronto como entro, un cliente habitual le pregunta a Peter por especificaciones y viscosidades del aceite, y se ponen a hablar durante media hora, porque hay que escoger bien el producto que le pondrá a su Kawa.
Second Stroke Mopeds sucedió de forma natural. Primero con Peter, que se mudó a la ciudad con 22/23 años, loco por los ciclomotores y escúteres y en busca de ambientes en los que integrarse. De ahí nació Mission23, un grupo de amigos y entusiastas de los dos tiempos.
Hoy podemos decir que Second Stroke es el templo de los escúteres en Nueva York, especialmente todo aquello que tiene que ver con los dos tiempos y con los años 70 del siglo pasado. Desde 2011, la gente los visita para recibir consejos, para reparaciones, en un ambiente de comunidad que permite hacer nuevas amistades. Peter no se queda lo que sabe para sí, le encanta compartirlo. Le encantaría que todo el mundo fuera capaz de mantener sus motos, para que esa pasión y esa experiencia se extendiera por toda la comunidad de los dos tiempos.
Ahora hay mucha demanda de este tipo de ciclomotores, porque seguramente son una de las mejores alternativas al transporte público en la ciudad.
Son accesibles, puesto que no necesitas ni carnet ni seguro. Lo que sí debes hacer es registrar la moto. Por marcas, la oferta es buena. Tienes los clásicos europeos como Peugeot y Motobecane.
Peugeot es de fácil mantenimiento y más fiable. Las Motobecane, o Mobis, como las llaman aquí, son más frágiles y no tan populares. De un diseño similar, tienes las Tomos. No había oído hablar de esta marca eslovena, aún viva, pero sin importador en América.
Y luego está la elección más a la moda, las Puch. Con el depósito encima y el motor bajo el chasis, tienen un diseño bonito y han subido de precio, porque hay jóvenes que quieren la máquina perfecta de dos tiempos que se ajuste a su estilo. Ahora mismo se han disparado, porque te pueden pedir entre 2.000 y 3.000$, cuando la Motobecane te sale por 1.200$ con dos meses de garantía. Estuvimos hablando, claro, de las 50cc; hay un montón de kits de motor para aumentar la cilindrada y que corran más. Aunque aquí pones en juego la fiabilidad, pero puedes conseguir un buen equilibrio.
Jonathan Wieme
Te presentamos a Jonathan Wieme, el creador de “Motorcycle Cities”. Es una revista en papel, independiente, que conocimos por casualidad un sábado por la tarde de asueto por las calles de Amberes.
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