De un viaje atrás en el tiempo
a Ehinger Kraftrad
Motorcycle Cities se sumerge aún más en la cultura urbana de la moto en Hamburgo, Alemania. Esto es lo que ocurrió…Fui a una gasolinera anteriormente abandonada, que fue rehabilitada y ahora es un bar. Es un lugar de reunión de coches antiguos y locos de este mundillo. Nunca me hubiera imaginado encontrarme en medio de un viaje a los años 50 del siglo pasado; es un ambiente inusual, pero auténtico. El edificio es de 1953 y se ha rehabilitado respetando su esencia. Pronto incluso quieren que puedas llenar tu depósito de verdad.
El edificio tiene un gran garaje y un área de ventas, una oficina y un bar-restaurante. Todo es del estilo años 50, con la chica “pin-up” tras el mostrador y una Speedster en la tienda. Lo que eché en falta es el currante del garaje con su gorra que viene a llenarte el depósito y limpiarte la visera/parabrisas. Luego de este espectacular descubrimiento, es hora de visitar dos tiendas con nombres muy elegantes: Riders Room y Vater & Sohn.
Desde 1995, Riders Room ofrece a los señores -y moteros amantes de lo retro- lo mejor en términos de ropa, calzado y accesorios. Esta tienda es una de las marcas más antiguas de Alemania. Ofrecen chaquetas de aviador Aero y zapatos Red Wings.
Además, cuentan con otras marcas bien conocidas, desde Levi’s a Vanson Leathers, Edwin, Wrenchmonkees Apparel Co., Davida, Barbour, o la marca de aceite de motores Mathé Chromjuwelen, con el empaquetado como recién salido de los paddocks de la Fórmula 1 de los años 50.
Un poco más al norte, a unos 10 minutos de la primera tienda, está el muy atractivo establecimiento Vater & Sohn. El lugar es sublime, la selección es sofisiticada y la variedad de productos es muchísima. Es más que una tienda concepto en la que puedas bucear en el universo retro, como piloto o como caballero, y en la que tendrás a disposición un artesano que realiza cinturones a medida de día y organiza conciertos de rock por la noche.
Además, si eres fan de lo inglés y quieres hacerle cuatro cosas a tu favorita bicilíndrica, echa un vistazo a Single & Twin, en el lado norte del río Elba. Tienen tienda y venden accesorios. Yo sigo con lo mío.
Cuando lees historias de un tipo que compra entre 300 y 400 Harleys de una tacada en algún lugar de Corea del Sur, que canta canciones folk alemanas delante de agentes de policía, o que compró una motocicleta HRD Vincent por 70$, porque el vendedor sabía más de Alexander Hamilton que de Benjamin Franklin, sabes que si quedas con él y visitas el estudio Ehinger Kraftrad nunca vas a decepcionarte.
Había escuchado cuentos de las aventuras arqueológicas y suramericanas de Uwe Ehinger, pero no sabía que estaba aún muy activo en el mundo de las personalizaciones hasta que descubrí su ‘Snowracer’ en el espacio Art Ride de la feria Wheels & Waves en junio de 2014. Su Harley rígida de 1936, inspirada en la modalidad de subida en cuesta, con un motor VLH, se distinguía del resto en el hangar de Biarritz.
Y fue con impaciencia, moviéndome de un establecimiento a otro, que me di de bruces con su estudio en mitad de una maraña de pequeños canales. Está en la ‘Speicherstadt’, literalmente “ciudad de almacenes”, que fue creciendo entre 1885 y 1927, y hoy es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es uno de los complejos de almacenes portuarios unificados más complejos del mundo. Ehinger Kraftrad está en uno de los almacenes de ladrillo rojo, cubierto por techos de cobre y torreones de estilo neogótico. Solo con eso ya te flipa...
Cuando llego, Uwe me está esperando y me enseña el lugar. Nos apalancamos en unos sofás ultracómodos de piel en una esquina del estudio, iluminados suavemente. Uwe empieza a contarme su historia, cómo empezó, y su amor por las motocicletas y las cosas simples. Debería de haber tomado notas, o grabarlo, pero simplemente escuché. Por suerte para mí, y para los que quieran saber más, hay un libro sobre él: Rusty Diamonds, A Kraftrad Journey by Uwe Ehinger. Lo recomiendo, por supuesto; por sí mismo guarda muchísimo valor.
“La perfección se consigue, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que extraer”
Uwe entró en contacto con la moto cuando tenía solamente seis años, en la hacienda de un tío suyo en Argentina. A los 17 había visto la película Easy Rider, y empezó a pensar solo en Harleys. Se enteró de que iban a subastar una vieja Harley de un policía en Bélgica. Si no me equivoco, era un modelo Knucklehead del 1976/77. Como no era mayor de edad, le pidió a su hermano mayor que le cubriera con los documentos de identidad y volvió a Hamburgo, donde estaba estudiando, conduciéndola (bueno, esto como si no te lo hubiera contado). Entre 1979 y 1989, se dedica titánicamente a aprender en general del mundo de la moto por todos los rincones posibles, pero siempre con un interés especial por las Harleys. Buscó motos, las vendió, las importó, las vendió de nuevo, etc. Hay tantas anécdotas impensables en el libro como motos se citan.
En 2008, con su pareja, Katrin Oeding, lanzó Ehinger Kraftrad. Este estudio de diseño y desarrollo concibe y produce motocicletas que están fuera de lo común, únicas y a medida (como testifica su segundo premio en la selecta competición de motos custom con la Snowracer, en la categoría ‘Modified Harley-Davidson Class’). No se queda en las motos únicamente, sino que desarrolla y fabrica una gama completa de accesorios y recambios, sobre todo para Harley, y ha presentado una línea de ropa de piel y accesorios con la marca ‘Ehinger Kraftrad’, que puedes comprar en Vater & Sohn. Desde entonces, y ya ha pasado un tiempo desde mi visita, ha presentado su última y especial producción: la ‘Speedster’. Esta moto, con su motor UL Flathead ‘37, se inspira en los pilotos de los años 20 del siglo pasado. Aquella preciosa Flathead fue de calle la más bonita de las que se presentaron en la edición correspondiente de la feria Born Free; fue premiada. Personalmente debo decir que casi no había visto una estética tan coherente y avanzada, con detalles tan potentes.
De hecho, esta coherencia es lo que encuentro cuando comparo lo que me contó con lo que más tarde, y con tranquilidad, he podido comprobar por mí mismo. Cuando escoge se toma ciertas libertades, y no tiene pudor en ir a contracorriente, o en cualquier caso, en seguir una filosofía con la que se sienta a gusto.
Esta lealtad le lleva a resultados únicos, repletos de personalidad y distinción. Sus customizaciones son puras y simples, pero simultáneamente complejas. En seguida te cita la famosa frase de St-Exupéry: “La perfección se consigue, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que extraer”.
Acabo la visita a Ehinger Kraftrad. Y salgo de ahí con ansias de conducir, de alejarme, de digerir el momento. Me dirigí a Elbchaussee. Esta carretera roza la perfección, es larga y ancha, con curvas rápidas y árboles a ambos lados. Sigue la línea del río Elba y ofrece unas vistas preciosas del puerto, y también algunas de las casas más despampanantes de la ciudad.
Acabé a los pies de la iglesia evangélica de St. Michaelis, el edificio religioso más famoso de Hamburgo. Cada año en junio, más de 30.000 motoristas y 100.000 espectadores se citan para el Motorcycle Church Services, o MoGo (Motorrad-Gottesdienst). Es una de las concentraciones más importantes de este tipo en Europa. Esperando que los dioses me bendigan a mi también, me pongo en marcha de nuevo… On ze road agaaaaaain!
Desgraciadamente, poco después de volver de Hamburgo, me robaron mi cámara plateada Canon, con algunas de las imágenes en color que hubiera querido compartir aquí.
Bueno, pasó así y ya está. Una manera de expresar lo incompleta, imperfecta y pura que es la ciudad de Hamburgo.
Jonathan Wieme
Te presentamos a Jonathan Wieme, el creador de “Motorcycle Cities”. Es una revista en papel, independiente, que conocimos por casualidad un sábado por la tarde de asueto por las calles de Amberes.
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